Por primera vez


Y fué entonces qué recordé aquella madrugada del domingo de hace muchos años. En una casa desconocida de algunos amigos de amigos que nos contactaron como amigas a L. Lan y a mi. Ella, mi mejor amiga o para ser más exacta, la hermana que me dió la vida. Recuerdo que ella recíen había cumplido 13 años, por ende yo los iba a cumplir en breve. Ella es un mes más grande.
Fué en ese sillón azul donde me senté exausta y sin ganas de nada, cosa que no era novedad. Seguir viviendo era ya algo dado por hecho y ni yo ni mi mejor amiga reíamos con sinceras (o por lo menos felónicas) carcajadas. Fué en ese sillón donde me sentí por primera vez sin el control.
Lan era de la lágrima fácil y del insulto al resto fácil. (¡¿Pero qué estoy diciendo yo?! ¡Si ella todavía no a muerto!.)
Ahora aprendió la lección de que nadie en la vida tiene reales ganas de consolarte cuando te ven llorar, salvo tus padres. Algunos buscan provecho, otros tienen que quedar bien. Como a nadie importábamos, ni a nuestros "padres" ni al resto de personas que queríamos pero decidían no formar parte comprometida de nuestra vida, solo quedaban los que se aprovechaban. Y es por eso que habíamos decidido sacar algún provecho de ello. Ya qué conocíamos el dolor y al resto con solo darles una mirada. Y dado que nuestra inocencia nunca fué tal, no le teníamos asco a nada.
Se sentó en el sillón de al lado procurando no apoyar su culo que valía oro sobre la mancha que desprendía un olor ya casi cotidiano.
-Este culo vale oro -siempre lo repetía- ya te dije, los hombres que buscan las tetas son mas mameros, más masculinos hasta diría. En cambio los hombres que vienen a los culos son medios ambiguos, medios raros. Una cagada. Tenes suerte.
Efectivamente sí, ya lo había dicho. Siempre repetía esa verdad inexorable, esa o "yo soy la única persona que soy discriminada por ser blanca flaca y alta". Y siempre hablaba fuerte y tirando un poco de rabia disimulada en carcajada. Sonrio sola mientras me acuerdo. Otra cosa es que siempre yo tenía suerte. Sus frases casi siempre terminaban (y siguen terminando) en "Vos si tenes suerte". Siempre ella estaba en peores condiciones que yo. Siempre.
Mirandola fijamente sin decir nada y repitiendo el relato de memoria en mi cabeza, después de un silencio agudo me incline para vomitar.
-Estoy para el culo-dije.
-Pero hoy justamente no bardeamos nada. Vos tomas siempre el triple de eso. No puede ser. Hoy no..
-¡Llevame al baño!.
Ella ya conocía mis órdenes. Siempre que uno estaba por llegar al coma cuatro y ella milagrosamente seguía conciente se ponía nerviosa y comenzaba a hablar rápido y seguido. En ese momento tanto ruido inseguro te pone más enfermo y lo único que pensaba era en como carajo ibamos a llegar a alguna cama para poder dormir. Le tardó verme dos veces más en semejante estado para darse cuenta que cuando junto energías para gritar algo es porque quiero paz.
¡PAZ! ¡PAZ! ¡PAZ! ¡PAZ! ¡PAZ! ¡¿Donde carajo iba a hayar paz?!
Dada la imposibilidad de ir al baño, ella me ayudaba a subir mi cabeza que parecía empecinada por colgar hacia el suelo mientras yo terminaba de lanzar lo malo afuera. Se acostó luego en el sillon de al lado que ya era el de ella. En silencio, millones de cosas rondaban por nuestra cabeza.
En eso salió de adentro el que, según mi amiga, tenía "el culo de Stallone". Fumando un porro, y con amabilidad barata nos dijo: "Chicas si quieren se pueden quedar durmiendo acá, esta todo bien".
(Me rìo sola de pensar en la reacción de Lan al leer esto, ya que en ciertas cosas ella nunca cambió. Seguro diría "Ves! ¡Ahí si tuviste suerte! ¡Ves que tenés suerte!")
-¿Me dás?- Apunté mi mirada al cigarro
-Si te doy- Mirando mis ojos con el puto doble sentido de mierda que siempre odie, me paso el pitillo y después de romper las pelotas un rato se fuè.
Después de tener el asunto resuelto, solo nos quedaba por ver el como sacarnos el frío. Añorabamos una mantita para cubrirnos y la felicidad espontánea, que era la única que conocíamos, era nuestra de nuevo.
-Ya sé por que estás mal pero quiero que sepas que las dos estamos asi. Bueno ya lo sabes. Ya sé que es todo una mierda y estamos perdidas. Bueno ya sabemos todo. Pero estamos las dos, no importa nadie. Ni tu vieja ni mi vieja. Son todos una mierda. Y aunque no sepamos que hacer hoy, estamos juntas. Y no digo de hacernos lesbianas..
-No es eso- la interrumpí- No quiero enamorarme nunca. Si algún día me enamoro estoy perdida. Odio a los hombres. Son todos una mierda. Me chupa si tienen el culo del que sea. El tuyo tenía una alianza. Nadie dá real amor. Todo el mundo se miente. Odio el no poder llegar a alguien, y siento que en todas estas masas de gente, nadie se conoce entre ellos mismos ni a ellos mismos.
-Si, es verdad. ¿Vos creés que él no te ama?
-Eso es una estupidés. Yo creo que nadie ama. Pero en sí, amar todos aman a los niños. El real paso no es amar, es enamorarse.
.¿Vos crees que el no está enamorado?
-Si, pero no de mi.
El silencio fué punsante y me descompuse otra vez.
Ahora recuerdo otra ingeniosa verdad de Lan: "la ùnica manera de penetrar a un hombre es con un cuchillo". Pero ella, dolida por haber sido tajada varias veces, estaba ocupada en tratar de penetrar a alguien. Y yo, casi invicta, me ocupaba de penetrar más sin que me penetren.
Y ese día, hace seis años atrás, me di cuenta que por primera vez estaba perdiendo la navaja del control.

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